Responsabilidad social

José Lumbreras García

Artículo publicado en la página 9 de El Sol de Tlaxcala el día 14 de abril de 2020

Si bien las sociedades las forman grupos de seres vivos, que se reúnen para tener un orden respecto de sus decisiones para cumplir objetivos comunes, esto no es absoluto, pues los objetivos comunes suelen repercutir, de manera necesaria, en los individuos que las conforman.

Desde luego, este abstracto término no se refiere estrictamente a los humanos, sino a todo conjunto de seres vivos que requiere de la colaboración de sus semejantes para la subsistencia de todos. De esta forma, cada individuo del conglomerado actúa a través de sus destrezas para que éste, junto con los demás, tenga éxito y un beneficio tanto individual como común.

Ciertamente, en una sociedad no todos sus individuos sienten, piensan, planean o hacen lo mismo, pero esta diversidad siempre tiene un fin que hace que sus integrantes se identifiquen, se agrupen y rijan su actuar dentro del grupo al cual pertenecen, mismo que, a su vez, puede pertenecer a un grupo mayor y este a otro superior de manera sucesiva.

A diferencia de las demás sociedades, las humanas tienen normas, que pueden ser consuetudinarias o escritas, que buscan determinar y conservar la identidad del conjunto social.

A través de la sociedad, las personas pueden reunirse y relacionarse, tener una comunicación organizada y sistemática, desarrollar patrones de comportamiento compartidos, determinar la posición y función de cada individuo, así como pautar su instrucción y desarrollo, producir y distribuir satisfactores, así como atender las necesidades conjuntas e individuales en los órdenes material y espiritual.

Los seres humanos somos gregarios de forma natural, normalmente buscamos a nuestros semejantes para nuestros fines, tanto individuales como comunes.

Pero fundamentalmente, nuestra acción social se dirige a los demás, a los otros, ya sea consciente o inconscientemente; esto es, actuando de manera instintiva o de acuerdo a las normas que rigen a la misma sociedad y que sustentan la participación de sus individuos.

De esta forma, los integrantes de una sociedad participan en la misma a través de las iniciativas individuales que determinan causas comunes que dependen, para su realización de la estructura de toda la colectividad.

Como se expone antes, las sociedades actúan y tienen éxito según su nivel de consciencia colectiva, que se nutre la de la individual.

Todo esto, a colación del enorme reto social de que ahora tenemos, uno de los mayores que ha enfrentado nuestra generación, y del que bien a bien nadie tiene, o por lo menos no se ha vislumbrado que alguien lo tenga, un panorama claro de lo que ocurre ni de lo que ocurrirá a corto, mediano y largo plazo.

Como se ha referido, hay conjuntos sociales que integran a otras colectividades y forman un conglomerado mayor. En este momento, el desafío corresponde a toda la sociedad humana, de todas las latitudes, razas, creencias, ideologías e intereses.

Pero, desde luego, el éxito de la humanidad contra el problema sanitario que nos amenaza, está en manos de todos y cada uno de nosotros. El resultado que podamos tener, depende de la responsabilidad social que mostremos, para empezar, a nosotros mismos y a aquellos a quienes debemos el ejemplo.

Por ello, en esta ocasión en lugar de reflexionar respecto de temas estrictamente electorales, que de suyo son relevantes para nuestra sociedad, cabe, si queremos, dentro de este aspecto y con sustento en la participación social, hacer el llamado a la comunidad tlaxcalteca a sumar a la que probablemente sea la única solución y forma de participar en beneficio de todos, que es enterarse y seguir las directrices que nos marquen las autoridades. Seamos, en la medida real de nuestras posibilidades, socialmente responsables en beneficio de todos y de nosotros mismos. Quedémonos en casa.