¿Conmemoración banal o exaltación de una lucha?

Claudia Salvador Ángel

Artículo publicado en la página 8 de El Sol de Tlaxcala el día 09 de marzo de 2021

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer ha seguido dos conductas a lo largo de su historia. Una banal, en la que se toma como un festejo en el que hay que felicitar a las mujeres solo por el hecho de haber nacido con ese sexo; y una segunda conducta que, de manera profunda, busca exaltar una antigua lucha por la reivindicación de los derechos humanos plenos de las mujeres, y recordar a millones de ellas que han perdido la vida o han sido victimizadas por el patriarcado, entendido este como un sistema político que sostiene la superioridad de los hombres por el simple hecho de su sexo, y con base en ello se crea un pacto en que éstos se protegen y encubren cuando marginan o violentan a una o varias mujeres.

La primera postura resulta hasta ofensiva para las mujeres. ¿Felicitarnos, de qué o por qué? si por nuestro sexo millones siguen padeciendo marginación, exclusión, violencia y muchas conductas más que ignorando nuestros derechos humanos nos siguen viendo como inferiores ante el sexo masculino. En ello no hay nada que festejar.

La segunda postura es un homenaje a las millones de mujeres, que de siglos atrás han entregado o perdido su vida por lograr que se nos reconozca como sujetos de pleno derecho. Lucha que, aún y cuando ha obtenido algunos dividendos favorables, se encuentra inconclusa porque si bien existen marcos convencionales y constitucionales que reconocen la igualdad de la mujer y el hombre, prevalecen conductas antifeministas que no solo ignoran las leyes que protegen los derechos humanos, sino que, ante cada reforma a favor de ellos, buscan como evadirlas políticamente.

En los últimos tiempos han sido acuñadas infinidad de frases de repudio al hecho de felicitar a las mujeres con motivo del 8 de marzo, sin embargo, casi todas se pueden aglutinar en la expresión “no nos felicites, mejor apóyanos en nuestra lucha”, lo que refleja o sintetiza el estado de ánimo que millones de mujeres sienten en pleno siglo XXI, al seguir prevaleciendo los males conductuales que de manera endémica hemos padecido como sexo a través de la historia humana.

Para su servidora sería fácil seguir una postura institucional clásica y limitarme a recordar pasajes y frases de la postura banal respecto al 8 de marzo, pero mi conciencia de feminista no me lo perdonaría. Por ello, prefiero sumarme a la segunda conducta respecto a esta fecha, y unir mi voz a la de millones de mujeres que hoy, como todos los días, seguirán clamando por derechos plenos para todas, así como por una sociedad libre de violencia en la que podamos vivir sin miedo por nosotras mismas y por las mujeres de nuestras familias.

Afortunadamente, formo parte de una institución pública que se ha distinguido desde su nacimiento por su solidaridad con las causas feministas, y que en todo momento responde a su mandato de ley respecto a ser garante de los derechos humanos de todos los grupos de nuestra sociedad.

Con la conciencia de este respaldo institucional, y personal de las mujeres y hombres que laboran en el Tribunal Electoral de Tlaxcala, reitero la frase que invoqué líneas arriba: este 8 de marzo “no nos felicites, mejor apóyanos en nuestra lucha”.